- Nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo.
- Purifica nuestras almas del pecado.
- Nos permite vencer a nuestros enemigos.
- Nos facilita la práctica de las virtudes.
- Nos aviva el amor de Jesucristo.
- Nos enriquece con gracias y méritos
- Nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres y nos consigue de Dios toda clase de gracias.
No dejes de rezar el Santo Rosario, y si aún no has comenzado a hacerlo, ten en cuenta que tal vez, esta podría ser la manera en que Dios te está llamando a entrar a su redil, a ser su hijo, el hijo de su Santísima Madre, y hermano de su Hijo predilecto: a través del amor y la devoción a Maria, nuestra Madre por siempre.