CONDICIONES NECESARIAS
Para conseguir el fin de la Gran Promesa es necesario:
1) Hacer nueve Comuniones, y para quien está seguro de hallarse en estado de gracia, no son necesarias nueve Confesiones, pero sólo nueve Comuniones bien hechas. Quien hiciere o hubiese hecho solamente cierto número de Comuniones no podría alcanzar el fin.
2) En los primeros viernes del mes. No se puede diferir para otro día de la semana, por ej. el Domingo o en otro viernes que no sea el primer viernes del mes. Ninguna condición nos puede dispensar de esto. No el olvido, no la imposibilidad de confesarnos; no porque impedidos por la enfermedad u otra causa. Ni el mismo Confesor no puede cambiar el día o permitir su interrupción, porque la Iglesia no ha concedido esta facultad a nadie.
3) De hacerse por nueve meses consecutivos, y quien la dejara por tan solo un mes, no estaría en regla; y si la hubiese dejado aún involuntariamente debería empezar nuevamente.
Aunque teólogos autoritarios digan que tratándose de causa realmente grave, se pueda considerar la interrupción como si no hubiera sucedido, nosotros decimos que quien ama verdaderamente al Corazón de Jesús y quiere asegurarse su suerte eterna, cumple generosamente lo que el Divino Maestro pide, sin ir en busca de muchas dispensas.
4) Con las debidas disposiciones. Aquí el Catecismo nos dice que para hacer una buena Comunión son necesarias tres cosas:
1ª, estar en gracia de Dios;
2ª, estar en ayunas desde una hora antes de comulgar;
3ª, saber lo que se va a recibir y acercarse a comulgar con devoción, y añade que: quien recibe un Sacramento de los vivos sabiendo de no estar en gracia de Dios, comete pecado gravísimo de sacrilegio, porque recibe indignamente una cosa sagrada.
Pues la Comunión sacrílega antes bien que honrar, desprecia al Corazón de Jesucristo; y no consigue con toda seguridad el fin. Puesto que no sea necesario un fervor extraordinario, precisa que las Comuniones honren al Divino Corazón, o sea que sean hechas en gracia de Dios.
Otra disposición es la intención de reparar al Corazón de Jesucristo por las continuas injurias que recibe en el Santísimo Sacramento de amor y de conseguir el fruto de la Gran Promesa.
FACILIDADES
La intención necesaria para conseguir el fin de la Gran Promesa alcanza formularla una vez al principio para las nueve Comuniones, con tal que siga con la misma intención hasta el fin.
Es pues, cosa muy buena renovar la intención cada vez. La práctica de los nueve primeros viernes, puede empezarse en cualquier mes.
Para los estudiantes sería conveniente el mes de abril, para terminar con diciembre; mientras para los demás puede convenir otro mes, según las personas y empleos que se tengan. Para los Sacerdotes y las personas que comulgan diariamente, alcanza poner la intención de hacer también ellos las nueve Comuniones reparadoras a este fin.
Para el Sacerdote no es necesario aplicar la Misa en honor al Sagrado Corazón; puede aplicarla para quien desee, con tal que haga la Santa Comunión también para asegurarse la Gran Promesa, honrar y reparar al Divino Corazón por la continua soledad en que es dejado.
Asimismo los fieles pueden ofrecer la Comunión para quienes deseen, con tal que tengan también esa intención.
Con estas Comuniones se pueden aún aplicar las indulgencias que se ganan para las almas del Purgatorio, especialmente la plenaria concedida a quien en el primer viernes del mes medita brevemente antes y después de la Comunión, en la bondad infinita del Sagrado Corazón de Jesús y ruega según las intenciones del Sumo Pontífice (S. C. de las Indulgencias, 7 de setiembre de 1897).
Terminada esta piadosa práctica, es excelente cosa repetirla para toda la vida. Para esto alcanza poner la intención, una vez para siempre, de volver a empezar como se haya terminado.
Para conseguir el fin de la Gran Promesa es necesario:
1) Hacer nueve Comuniones, y para quien está seguro de hallarse en estado de gracia, no son necesarias nueve Confesiones, pero sólo nueve Comuniones bien hechas. Quien hiciere o hubiese hecho solamente cierto número de Comuniones no podría alcanzar el fin.
2) En los primeros viernes del mes. No se puede diferir para otro día de la semana, por ej. el Domingo o en otro viernes que no sea el primer viernes del mes. Ninguna condición nos puede dispensar de esto. No el olvido, no la imposibilidad de confesarnos; no porque impedidos por la enfermedad u otra causa. Ni el mismo Confesor no puede cambiar el día o permitir su interrupción, porque la Iglesia no ha concedido esta facultad a nadie.
3) De hacerse por nueve meses consecutivos, y quien la dejara por tan solo un mes, no estaría en regla; y si la hubiese dejado aún involuntariamente debería empezar nuevamente.
Aunque teólogos autoritarios digan que tratándose de causa realmente grave, se pueda considerar la interrupción como si no hubiera sucedido, nosotros decimos que quien ama verdaderamente al Corazón de Jesús y quiere asegurarse su suerte eterna, cumple generosamente lo que el Divino Maestro pide, sin ir en busca de muchas dispensas.
4) Con las debidas disposiciones. Aquí el Catecismo nos dice que para hacer una buena Comunión son necesarias tres cosas:
1ª, estar en gracia de Dios;
2ª, estar en ayunas desde una hora antes de comulgar;
3ª, saber lo que se va a recibir y acercarse a comulgar con devoción, y añade que: quien recibe un Sacramento de los vivos sabiendo de no estar en gracia de Dios, comete pecado gravísimo de sacrilegio, porque recibe indignamente una cosa sagrada.
Pues la Comunión sacrílega antes bien que honrar, desprecia al Corazón de Jesucristo; y no consigue con toda seguridad el fin. Puesto que no sea necesario un fervor extraordinario, precisa que las Comuniones honren al Divino Corazón, o sea que sean hechas en gracia de Dios.
Otra disposición es la intención de reparar al Corazón de Jesucristo por las continuas injurias que recibe en el Santísimo Sacramento de amor y de conseguir el fruto de la Gran Promesa.
FACILIDADES
La intención necesaria para conseguir el fin de la Gran Promesa alcanza formularla una vez al principio para las nueve Comuniones, con tal que siga con la misma intención hasta el fin.
Es pues, cosa muy buena renovar la intención cada vez. La práctica de los nueve primeros viernes, puede empezarse en cualquier mes.
Para los estudiantes sería conveniente el mes de abril, para terminar con diciembre; mientras para los demás puede convenir otro mes, según las personas y empleos que se tengan. Para los Sacerdotes y las personas que comulgan diariamente, alcanza poner la intención de hacer también ellos las nueve Comuniones reparadoras a este fin.
Para el Sacerdote no es necesario aplicar la Misa en honor al Sagrado Corazón; puede aplicarla para quien desee, con tal que haga la Santa Comunión también para asegurarse la Gran Promesa, honrar y reparar al Divino Corazón por la continua soledad en que es dejado.
Asimismo los fieles pueden ofrecer la Comunión para quienes deseen, con tal que tengan también esa intención.
Con estas Comuniones se pueden aún aplicar las indulgencias que se ganan para las almas del Purgatorio, especialmente la plenaria concedida a quien en el primer viernes del mes medita brevemente antes y después de la Comunión, en la bondad infinita del Sagrado Corazón de Jesús y ruega según las intenciones del Sumo Pontífice (S. C. de las Indulgencias, 7 de setiembre de 1897).
Terminada esta piadosa práctica, es excelente cosa repetirla para toda la vida. Para esto alcanza poner la intención, una vez para siempre, de volver a empezar como se haya terminado.