HISTORIA DE LA DEVOCION AL SANTO NIÑO DE PRAGA
La devoción al Niño Jesús es tan antigua como la misma
cristiandad. Esta devoción siempre tiende a mantener
vivamente en nosotros el recuerdo del gran misterio del
nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. La devoción
especial al Divino Niño tuvo su origen en un monasterio
de religiosos carmelitas, en la ciudad de Praga, en Bohemia.
Este caso sucedió a principios del siglo XVII. En la ocasión
de su matrimonio, la Princesa Polyxenia de Lobkowitz recibió
de su madre, una estatua del Divino Niño. La tierra de España
había sido el origen de la estatua. Después de la muerte de su
esposo, la princesa se dedicó a las obras de caridad.
En particular, los religiosos de la Orden Carmelita en Praga
recibieron la generosa asistencia de esta princesa.
El año 1628 cuando la guerra estalló en Praga, el monasterio
de los monjes fue reducido al extremo de la pobreza.
En aquellos días, la Princesa Polyxenia se presentó a la puerta
del monasterio con su estatua, diciendo:
"¡AQUI LES TRAIGO EL OBJETO DE MI MAJOR APRECIO EN
ESTE MUNDO. HONRAD Y RESPETAD AL NIÑO JESUS Y
NUNCA OS FALTARA LO NECESARIO."
" Esta oferta de la princesa fue colocada en el oratorio de
convento, y las palabras de la princesa resultaron proféticas.
Porque, mientras que los religiosos mantuvieron la devoción
al Divino Infante de Praga, gozaron de la prosperidad.
Más tarde, en la confusión de la guerra, tuvieron que huir
forzosamente de la ciudad y no pudieron llevar consigo
esta milagrosa estatua. Mientras tanto, llegaron los invasores
al monasterio, y arrojaron la estatua milagrosa en un montón
de escombros.
El año 1635, todo se apaciguó, y hubo calma
de nuevo. También regresaron los Carmelitas a su convento
en la ciudad de Praga. Uno de los monjes llamado el padre
Cirilo había recibido gran ayuda espiritual por medio de su devoción
al Santo Niño de Praga.
Ahora que habían regresado, con mucha diligencia el padre
Cirilo comenzó a buscar la estatua milagrosa. Al fin de cierto
tiempo, el padre la encontró entre los escombros donde los
invasores la habín arrojado. Extasiado de alegría, el padre Cirilo
volvió a colocar al Santo Niño en su propio lugar, en el oratorio.
Un dia, mientras que el padre rezaba devotamente, ante
la estatua milagrosa, oyó una voz que le decía así:
"TEN PIEDAD DE MI Y YO TENDRE PIEDAD DE VOSOTROS.
DEVOLVEDME MIS MANOS, Y YO OS DARE LA PAZ, CUANTO
MAS ME HONRAIS, TANTO MAS OF BENDECIRE."
" Asombrado al oír estas palabras, el padre Cirilo examinó la estatua
minuciosamente. Removiendo el manto que cubría al Divino Niño,
el padre descubrió que ambas Manitas estaban quebradas. Entre
poco tiempo, fueron restauradas las Manitas de la estatua por un
devoto del Santo Niño.
Desde ese momento, todos gozaron
felizmente de la paz y la prosperidad. La devoción al Divino Niño
siempre ha sido practicada por los religiosos de la Orden Carmelita
. Porque, a través de la Santísima Virgen María, Nuestra Madre,
el Divino Niño Jesús vino al mundo.
Santa Teresa de Jesús practicaba
un devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía
la Teresita, llamada la "Florecita de Jesús". La Teresita veneraba
al Niño Jesús con gran fervor.
La devoción al Niño Jesús es tan antigua como la misma
cristiandad. Esta devoción siempre tiende a mantener
vivamente en nosotros el recuerdo del gran misterio del
nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. La devoción
especial al Divino Niño tuvo su origen en un monasterio
de religiosos carmelitas, en la ciudad de Praga, en Bohemia.
Este caso sucedió a principios del siglo XVII. En la ocasión
de su matrimonio, la Princesa Polyxenia de Lobkowitz recibió
de su madre, una estatua del Divino Niño. La tierra de España
había sido el origen de la estatua. Después de la muerte de su
esposo, la princesa se dedicó a las obras de caridad.
En particular, los religiosos de la Orden Carmelita en Praga
recibieron la generosa asistencia de esta princesa.
El año 1628 cuando la guerra estalló en Praga, el monasterio
de los monjes fue reducido al extremo de la pobreza.
En aquellos días, la Princesa Polyxenia se presentó a la puerta
del monasterio con su estatua, diciendo:
"¡AQUI LES TRAIGO EL OBJETO DE MI MAJOR APRECIO EN
ESTE MUNDO. HONRAD Y RESPETAD AL NIÑO JESUS Y
NUNCA OS FALTARA LO NECESARIO."
" Esta oferta de la princesa fue colocada en el oratorio de
convento, y las palabras de la princesa resultaron proféticas.
Porque, mientras que los religiosos mantuvieron la devoción
al Divino Infante de Praga, gozaron de la prosperidad.
Más tarde, en la confusión de la guerra, tuvieron que huir
forzosamente de la ciudad y no pudieron llevar consigo
esta milagrosa estatua. Mientras tanto, llegaron los invasores
al monasterio, y arrojaron la estatua milagrosa en un montón
de escombros.
El año 1635, todo se apaciguó, y hubo calma
de nuevo. También regresaron los Carmelitas a su convento
en la ciudad de Praga. Uno de los monjes llamado el padre
Cirilo había recibido gran ayuda espiritual por medio de su devoción
al Santo Niño de Praga.
Ahora que habían regresado, con mucha diligencia el padre
Cirilo comenzó a buscar la estatua milagrosa. Al fin de cierto
tiempo, el padre la encontró entre los escombros donde los
invasores la habín arrojado. Extasiado de alegría, el padre Cirilo
volvió a colocar al Santo Niño en su propio lugar, en el oratorio.
Un dia, mientras que el padre rezaba devotamente, ante
la estatua milagrosa, oyó una voz que le decía así:
"TEN PIEDAD DE MI Y YO TENDRE PIEDAD DE VOSOTROS.
DEVOLVEDME MIS MANOS, Y YO OS DARE LA PAZ, CUANTO
MAS ME HONRAIS, TANTO MAS OF BENDECIRE."
" Asombrado al oír estas palabras, el padre Cirilo examinó la estatua
minuciosamente. Removiendo el manto que cubría al Divino Niño,
el padre descubrió que ambas Manitas estaban quebradas. Entre
poco tiempo, fueron restauradas las Manitas de la estatua por un
devoto del Santo Niño.
Desde ese momento, todos gozaron
felizmente de la paz y la prosperidad. La devoción al Divino Niño
siempre ha sido practicada por los religiosos de la Orden Carmelita
. Porque, a través de la Santísima Virgen María, Nuestra Madre,
el Divino Niño Jesús vino al mundo.
Santa Teresa de Jesús practicaba
un devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía
la Teresita, llamada la "Florecita de Jesús". La Teresita veneraba
al Niño Jesús con gran fervor.