1. Porque el pecado es una ofensa a Dios y un atentado contra la comunión de la Iglesia.
2. Porque Cristo confió al ministerio apostólico el poder de absolver los pecados: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos” (Jn 20,22).
3. Porque la reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios.
4. Porque el sacramento de la Penitencia es la “segunda tabla de salvación” para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave.
5. Porque la confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia.
6. Porque Cristo “se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: “Hijo, tus pecados están perdonados” (Mc 2,5)”.
7. Porque la confesión nos proporciona la paz y la serenidad de la conciencia y el consuelo espiritual.
8. Porque, al confesarnos, se acrecientan las fuerzas espirituales para el combate cristiano.
9. Porque si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.
10. Porque todo fiel que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año.
11. Que al confesarnos permitimos al Padre que nos espera darnos ese abrazo amoroso al encontrarnos al salir a nuestro encuentro (Parábola del Padre que ama a sus hijos-Hijo Pródigo)
12. Al confesarnos le decimos a Dios pero también nos decimos a nosotros mismos el mal que hacemos y al verbaliuzarlo somos mucho más conscientes de ese mal, primer paso para ponerle remedio.
13. Nos pone en Gracia con Dios pues esta nuestra Alma limpia como la nieve blanca.
14. Tenemos una Luz directa con Dios para que nuestras oraciones sean escuchadas.
2. Porque Cristo confió al ministerio apostólico el poder de absolver los pecados: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos” (Jn 20,22).
3. Porque la reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios.
4. Porque el sacramento de la Penitencia es la “segunda tabla de salvación” para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave.
5. Porque la confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia.
6. Porque Cristo “se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: “Hijo, tus pecados están perdonados” (Mc 2,5)”.
7. Porque la confesión nos proporciona la paz y la serenidad de la conciencia y el consuelo espiritual.
8. Porque, al confesarnos, se acrecientan las fuerzas espirituales para el combate cristiano.
9. Porque si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.
10. Porque todo fiel que haya llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año.
11. Que al confesarnos permitimos al Padre que nos espera darnos ese abrazo amoroso al encontrarnos al salir a nuestro encuentro (Parábola del Padre que ama a sus hijos-Hijo Pródigo)
12. Al confesarnos le decimos a Dios pero también nos decimos a nosotros mismos el mal que hacemos y al verbaliuzarlo somos mucho más conscientes de ese mal, primer paso para ponerle remedio.
13. Nos pone en Gracia con Dios pues esta nuestra Alma limpia como la nieve blanca.
14. Tenemos una Luz directa con Dios para que nuestras oraciones sean escuchadas.