15 MINUTOS CON JESUS SACRAMENTADO
(((Cuando te sientas solo, y necesites de platicar con alguien. Pero, no encuentras a nadie. Recuerda que Jesus, esta cercas de nosotros. Y El, es nuestro Amigo, nuestro, Padre, y El es El mejor consejero, y mejor amigo. Quien Como Dios, nadie como Dios. Aqui platica con El, dile todo.)))
No es preciso, hijo(a) mío(a) saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera?
Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.
Dime por todos una palabra siquiera; pero palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa.
Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón; y 'no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama? (Silencio - Presenta tus peticiones)
Y para ti,
¿no necesitas alguna gracia?...
Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia.
Dime francamente que sientes soberbia, apego a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente...;
y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.
No te avergüences, pobre alma.
¡Hay en el cielo tantos justos, tantos santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... y poco a poco se vieron libres de ellos.
(Habla con el Señor)
Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación.
Hoy por hoy,
¿qué necesitas?
¿Qué puedo hacer por tu bien?
¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! (Contesta) ...
¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto?
Cuántamelo todo minuciosamente.
¿Qué te preocupa?
¿Qué piensas?
¿Qé deseas?
¿Qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior?
¿Qué desearías hacer por ellos? (Pide)...
Si tienes padres, pide por ellos; los ruegos de un hijo(a) no pueden ser desechados por el que dio en la tierra constantes ejemplos de filial cariño.
Si tienes un esposo(a), dirígeme por él (ella) una plegaria ferviente, que yo hré de tu hogar un templo de amor y de consuelo, y derramaré a manos llenas sobre tu esposo(a) y sobre tus hijos, si los tienes, las gracias y auxilios que necesitan para ser felices. (Pide)...
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria?
¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?...
Dime qué cosa llama hoy particulrmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medio cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal suceso.
¿No quisieras que me interesase algo en tu favor?
Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, a donde me place.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor?
Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores.
¿Quién te hirió?
¿Quién lastimó tu amor propio?
¿Quién te ha menospreciado? Acércate a mi corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición. (Piensa y ora)
¿Temes por ventura?
¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras?
¿Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.
¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo?
Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo para tu santificación.
¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme?
¿Por qué no me haces prtícipe de ella, a fuer de buen amigo que soy?
Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón.
Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado.
Obra mía es todo eso, y yo te lo he proporcionado;
¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: "¡Gracias, Padre mío, gracias!"?...
El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido. (Piensa - Cuéntale )
¿Tampoco tienes promesa alguna para hacerme?
Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón.
A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no.
Háblame, pues, con toda sinceridad.
¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado?
¿De privarte de aquel objeto que te dañó?
¿De no leer más aquel libro o ver esas imágenes que exaltaron tu imaginación?
¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma?
¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?...
Ahora,
hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, al trabajo, a la familia, al estudio...
Pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario.
Guarda, en lo posible, silencio, modestia, recogimiento, aceptación, caridad con el prójimo.
Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio.
En mi corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos. Aquí te espero.
ORACION FINAL
Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de tu presencia y compañía amorosas.
Me vuelvo a mis ocupaciones.
Mi corazón queda contigo.
En mi trabajo y en mis decansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.
Dame tu bendición y concédeme todas las gracias que necesito para amarte y servirte con la mayor fidelidad.
Bendice, Señor, a nuestro Santo Padre el Papa, tu Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale y líbrale de todos sus enemigos.
Bendice a tu Iglesia santa y haz que su luz brille en todas las naciones, y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.
Bendice a tus sacerdotes, santifícales y multiplícalos.
Bendice y protege a nuestra nación.
Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.
Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.
Bendice a todos nuestros familiares y haz que vivan todos en tu gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.
Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.
Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores.
Danos a todos tu divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos.
Amén.
(((Cuando te sientas solo, y necesites de platicar con alguien. Pero, no encuentras a nadie. Recuerda que Jesus, esta cercas de nosotros. Y El, es nuestro Amigo, nuestro, Padre, y El es El mejor consejero, y mejor amigo. Quien Como Dios, nadie como Dios. Aqui platica con El, dile todo.)))
No es preciso, hijo(a) mío(a) saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera?
Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.
Dime por todos una palabra siquiera; pero palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa.
Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón; y 'no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama? (Silencio - Presenta tus peticiones)
Y para ti,
¿no necesitas alguna gracia?...
Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia.
Dime francamente que sientes soberbia, apego a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente...;
y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.
No te avergüences, pobre alma.
¡Hay en el cielo tantos justos, tantos santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... y poco a poco se vieron libres de ellos.
(Habla con el Señor)
Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación.
Hoy por hoy,
¿qué necesitas?
¿Qué puedo hacer por tu bien?
¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! (Contesta) ...
¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto?
Cuántamelo todo minuciosamente.
¿Qué te preocupa?
¿Qué piensas?
¿Qé deseas?
¿Qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior?
¿Qué desearías hacer por ellos? (Pide)...
Si tienes padres, pide por ellos; los ruegos de un hijo(a) no pueden ser desechados por el que dio en la tierra constantes ejemplos de filial cariño.
Si tienes un esposo(a), dirígeme por él (ella) una plegaria ferviente, que yo hré de tu hogar un templo de amor y de consuelo, y derramaré a manos llenas sobre tu esposo(a) y sobre tus hijos, si los tienes, las gracias y auxilios que necesitan para ser felices. (Pide)...
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria?
¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?...
Dime qué cosa llama hoy particulrmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medio cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal suceso.
¿No quisieras que me interesase algo en tu favor?
Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, a donde me place.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor?
Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores.
¿Quién te hirió?
¿Quién lastimó tu amor propio?
¿Quién te ha menospreciado? Acércate a mi corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición. (Piensa y ora)
¿Temes por ventura?
¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras?
¿Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.
¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo?
Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo para tu santificación.
¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme?
¿Por qué no me haces prtícipe de ella, a fuer de buen amigo que soy?
Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón.
Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado.
Obra mía es todo eso, y yo te lo he proporcionado;
¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: "¡Gracias, Padre mío, gracias!"?...
El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido. (Piensa - Cuéntale )
¿Tampoco tienes promesa alguna para hacerme?
Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón.
A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no.
Háblame, pues, con toda sinceridad.
¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado?
¿De privarte de aquel objeto que te dañó?
¿De no leer más aquel libro o ver esas imágenes que exaltaron tu imaginación?
¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma?
¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?...
Ahora,
hijo mío, vuelve a tus ocupaciones habituales, al trabajo, a la familia, al estudio...
Pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario.
Guarda, en lo posible, silencio, modestia, recogimiento, aceptación, caridad con el prójimo.
Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio.
En mi corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos. Aquí te espero.
ORACION FINAL
Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de tu presencia y compañía amorosas.
Me vuelvo a mis ocupaciones.
Mi corazón queda contigo.
En mi trabajo y en mis decansos me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.
Dame tu bendición y concédeme todas las gracias que necesito para amarte y servirte con la mayor fidelidad.
Bendice, Señor, a nuestro Santo Padre el Papa, tu Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale y líbrale de todos sus enemigos.
Bendice a tu Iglesia santa y haz que su luz brille en todas las naciones, y que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.
Bendice a tus sacerdotes, santifícales y multiplícalos.
Bendice y protege a nuestra nación.
Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.
Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.
Bendice a todos nuestros familiares y haz que vivan todos en tu gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria.
Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.
Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores.
Danos a todos tu divino amor, para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos.
Amén.