SAN BENEDICTO
1. NOVENA DE SAN BENEDICTO
2. ORACION DE SAN BENEDICTO
3. ORACIONES DE SAN BENEDICTO Y LETANIA
4. LA REGLA DE SAN BENEDICTO
1. NOVENA DE SAN BENEDICTO
2. ORACION DE SAN BENEDICTO
3. ORACIONES DE SAN BENEDICTO Y LETANIA
4. LA REGLA DE SAN BENEDICTO
Biografía de San Benito de Nursia
San Benito y su tiempo
San Benito de Nursia fue fundador de los benedictinos, orden basada en "La Santa Regla".
Imprimió unos usos y costumbres muy valorados a la largo de la Historia, que han hecho que
San Benito sea considerado el patriarca del monasticismo occidental.
A San Benito de Nursia le tocó vivir en una de las etapas críticas de la historia.
La descomposición del Imperio Romano de Occidente y la implantación de los pueblos
germánicos, mucho menos civilizados, asumiendo gran parte del poder y el gobierno de
las instituciones políticas y religiosas debió suponer un enorme desconcierto y una
involución dramática en todos los campos de la civilización y la cultura.
Jesús Martí dice de él, de sus discípulos y de su legado: los monjes benedictinos fueron
los primeros que tuvieron conciencia de la nueva realidad post-romana, los que sirvieron
de puente entre el mundo antiguo y el Medievo, cuando rescataron, cultivaron y
transmitieron casi todo el patrimonio grecorromano, sobre todo el pensamiento y el
Derecho, dándole además su última y más completa dimensión.
La gran leyenda que gira entorno a San Benito se agranda si hablamos del hecho de que
se le atribuyen multitud de milagros e incluso la cualidad de sanar a los enfermos.
Conocemos a San Benito gracias a los Diálogos de San Gregorio Magno, obra que,
si bien nos habla del Santo, carece -a juicio de estudiosos actuales- de rigor histórico.
Aún así podemos conocer muchos detalles sobre la vida de este santo, que fue testigo
de los últimos tiempos del Imperio Romano y que sin saberlo, se convertiría en uno
de los primeros grandes religiosos de la historia de la Humanidad.
Biografía de San Benito
San Benito (Nursia 480-Montecasino 547) nació en una familia noble italiana y creció
junto a su hermana gemela, la también santificada Escolástica. Gracias a la buena
situación económica de su familia, Benito fue enviado a estudiar en Roma, donde
recibió una exquisita preparación.
Pero esta formación, como más tarde diría San Gregorio Magno, no fue lo principal
para el Santo quien, lejos de comulgar con el estilo de vida romano, se retiró a Subiaco,
donde decidió dedicar su vida a la oración. De esta forma, San Benito estableció su
vivienda en una cueva de muy difícil acceso, por lo que estuvo años sin que nadie le
descubriera hasta que un día un sacerdote, guiado por Dios según San Gregorio,
reparó en la presencia del ermitaño. A partir de este momento algunos pastores y
campesinos, sabiendo de su pureza, lo visitaban, proveyéndolo de alimentos y
recibiendo de él instrucciones y consejos.
Tras estos años, el Santo se trasladó a Vicovaro donde le nombraron prior de un
pequeño convento. Allí introdujo una gran disciplina basada en unas costumbres
estrictas que los monjes no toleraron, llegando incluso a intentar envenenarlo.
Tras este incidente, San Benito decidió volver a su vida solitaria en Subiaco, donde
muchas gentes, atraídos por la gran popularidad que iba adquiriendo Benito, quisieron
convertirse en sus discípulos. Cada vez eran más las gentes que llegaban y llegó a
haber hasta 12 casas donde se alojaban los nuevos monjes.
De una forma acaso inesperada, San Benito dejó el convento y se trasladó hasta Montecasino,
donde sobre las ruinas de un antiguo templo construyó dos capillas además de otros edificios a
su alrededor. Esta construcción se convertiría en una de las más famosas abadías de la cristiandad.
San Benito murió, según la crónica ya citada, rodeado de sus discípulos, quienes aseguraron
que cuando murió, un rayo de luz subió hasta el cielo. Era el año 547, su legado había sido asentado.
La Regula Monasteriorum
La Regula Monasteriorum o Regla Monástica estaba formada por 73 capítulos donde San Benito
reflejó su método y disciplina. La regla encontraba en la frase ora et labora su columna vertebral,
viendo el trabajo manual como algo necesario y honroso, imitando de esa forma a Jesucristo y su
padre José, quien había sido un dedicado trabajador.
Respecto a los tiempos de rezo y descanso, San Benito estableció un estricto horario en el que la
reflexión y el rezo marca la vida de los monjes, siendo esenciales para la purificación del alma y
por tanto de la persona. Del mismo modo, la oración de los monjes en el coro de la iglesia es de
gran valía como intercesión a Dios por la Humanidad.
La alimentación debía ser básicamente vegetariana, sólo ingiriendo productos que nacieran en
el suelo, tierras que ellos debían cultivar. Las horas de comidas eran siempre las mismas:
el almuerzo a la hora sexta y la cena al anochecer.
Los momentos de ayuno eran igualmente importantes, relacionadas con los martirios de Jesucristo.
En definitiva, aunque San Benito no pretendió fundar una orden religiosa, su acierto en la imposición
de las costumbres que él mismo practicaba fue acogida por numerosos fieles que veían en su pureza
de alma un ejemplo a seguir.
Curiosamente, la Regla de San Benito tuvo un relativo éxito en los siguientes siglos a su creación,
puesto que los diferentes cenobios europeos se regían por diversas reglas. Hubo que esperar hasta
la aparición en el siglo VIII de un monje de origen visigodo llamado Witiza (que luego pasó a llamarse
Benito de Aniano) que influyó decisivamente sobre los emperadores francos Carlomagno y Ludovico Pío,
para que los monasterios carolingios adoptasen la regla de Benito de Nursia, por considerarla la mejor de
todas.
En la expansión definitiva de la Regla de San Benito jugó un papel determinante el monasterio
benedictino de Cluny (fundado en el año 910 en Borgoña) que se expandió rápidamente, creando una
gran red de monasterios y prioratos por toda la Europa Occidental. Más tarde el Císter relevó a los
cluniacenses e impulsó un estricto cumplimiento de sus preceptos.
(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón)
Biografía de San Benito de Nursia
San Benito y su tiempo
San Benito de Nursia fue fundador de los benedictinos, orden basada en "La Santa Regla".
Imprimió unos usos y costumbres muy valorados a la largo de la Historia, que han hecho que
San Benito sea considerado el patriarca del monasticismo occidental.
A San Benito de Nursia le tocó vivir en una de las etapas críticas de la historia.
La descomposición del Imperio Romano de Occidente y la implantación de los pueblos
germánicos, mucho menos civilizados, asumiendo gran parte del poder y el gobierno de
las instituciones políticas y religiosas debió suponer un enorme desconcierto y una
involución dramática en todos los campos de la civilización y la cultura.
Jesús Martí dice de él, de sus discípulos y de su legado: los monjes benedictinos fueron
los primeros que tuvieron conciencia de la nueva realidad post-romana, los que sirvieron
de puente entre el mundo antiguo y el Medievo, cuando rescataron, cultivaron y
transmitieron casi todo el patrimonio grecorromano, sobre todo el pensamiento y el
Derecho, dándole además su última y más completa dimensión.
La gran leyenda que gira entorno a San Benito se agranda si hablamos del hecho de que
se le atribuyen multitud de milagros e incluso la cualidad de sanar a los enfermos.
Conocemos a San Benito gracias a los Diálogos de San Gregorio Magno, obra que,
si bien nos habla del Santo, carece -a juicio de estudiosos actuales- de rigor histórico.
Aún así podemos conocer muchos detalles sobre la vida de este santo, que fue testigo
de los últimos tiempos del Imperio Romano y que sin saberlo, se convertiría en uno
de los primeros grandes religiosos de la historia de la Humanidad.
Biografía de San Benito
San Benito (Nursia 480-Montecasino 547) nació en una familia noble italiana y creció
junto a su hermana gemela, la también santificada Escolástica. Gracias a la buena
situación económica de su familia, Benito fue enviado a estudiar en Roma, donde
recibió una exquisita preparación.
Pero esta formación, como más tarde diría San Gregorio Magno, no fue lo principal
para el Santo quien, lejos de comulgar con el estilo de vida romano, se retiró a Subiaco,
donde decidió dedicar su vida a la oración. De esta forma, San Benito estableció su
vivienda en una cueva de muy difícil acceso, por lo que estuvo años sin que nadie le
descubriera hasta que un día un sacerdote, guiado por Dios según San Gregorio,
reparó en la presencia del ermitaño. A partir de este momento algunos pastores y
campesinos, sabiendo de su pureza, lo visitaban, proveyéndolo de alimentos y
recibiendo de él instrucciones y consejos.
Tras estos años, el Santo se trasladó a Vicovaro donde le nombraron prior de un
pequeño convento. Allí introdujo una gran disciplina basada en unas costumbres
estrictas que los monjes no toleraron, llegando incluso a intentar envenenarlo.
Tras este incidente, San Benito decidió volver a su vida solitaria en Subiaco, donde
muchas gentes, atraídos por la gran popularidad que iba adquiriendo Benito, quisieron
convertirse en sus discípulos. Cada vez eran más las gentes que llegaban y llegó a
haber hasta 12 casas donde se alojaban los nuevos monjes.
De una forma acaso inesperada, San Benito dejó el convento y se trasladó hasta Montecasino,
donde sobre las ruinas de un antiguo templo construyó dos capillas además de otros edificios a
su alrededor. Esta construcción se convertiría en una de las más famosas abadías de la cristiandad.
San Benito murió, según la crónica ya citada, rodeado de sus discípulos, quienes aseguraron
que cuando murió, un rayo de luz subió hasta el cielo. Era el año 547, su legado había sido asentado.
La Regula Monasteriorum
La Regula Monasteriorum o Regla Monástica estaba formada por 73 capítulos donde San Benito
reflejó su método y disciplina. La regla encontraba en la frase ora et labora su columna vertebral,
viendo el trabajo manual como algo necesario y honroso, imitando de esa forma a Jesucristo y su
padre José, quien había sido un dedicado trabajador.
Respecto a los tiempos de rezo y descanso, San Benito estableció un estricto horario en el que la
reflexión y el rezo marca la vida de los monjes, siendo esenciales para la purificación del alma y
por tanto de la persona. Del mismo modo, la oración de los monjes en el coro de la iglesia es de
gran valía como intercesión a Dios por la Humanidad.
La alimentación debía ser básicamente vegetariana, sólo ingiriendo productos que nacieran en
el suelo, tierras que ellos debían cultivar. Las horas de comidas eran siempre las mismas:
el almuerzo a la hora sexta y la cena al anochecer.
Los momentos de ayuno eran igualmente importantes, relacionadas con los martirios de Jesucristo.
En definitiva, aunque San Benito no pretendió fundar una orden religiosa, su acierto en la imposición
de las costumbres que él mismo practicaba fue acogida por numerosos fieles que veían en su pureza
de alma un ejemplo a seguir.
Curiosamente, la Regla de San Benito tuvo un relativo éxito en los siguientes siglos a su creación,
puesto que los diferentes cenobios europeos se regían por diversas reglas. Hubo que esperar hasta
la aparición en el siglo VIII de un monje de origen visigodo llamado Witiza (que luego pasó a llamarse
Benito de Aniano) que influyó decisivamente sobre los emperadores francos Carlomagno y Ludovico Pío,
para que los monasterios carolingios adoptasen la regla de Benito de Nursia, por considerarla la mejor de
todas.
En la expansión definitiva de la Regla de San Benito jugó un papel determinante el monasterio
benedictino de Cluny (fundado en el año 910 en Borgoña) que se expandió rápidamente, creando una
gran red de monasterios y prioratos por toda la Europa Occidental. Más tarde el Císter relevó a los
cluniacenses e impulsó un estricto cumplimiento de sus preceptos.
(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón)